Nuestra vida como un camino por recorrer, como una catedral por construir, como una piedra a la que dar forma. Voy a intentar hacer un post intimista y simbólico si me permitís, fuera de la órbita política con que suelo acompañar mis escritos.
Entendamos un trayecto como una evolución personal hacía una mejora de nuestro "yo" más íntimo. “Pas a pas,
fem camí”, reza un proverbio valenciano; y ese mismo recorrido por el que
avanzo, me hace madurar. Empecé el recorrido de noche, hurtando entre sombras y si maduro, si aprendo, si me mantengo alerta y si evoluciono, llegará la madrugada y la luz. Mientras tanto debo salvar los desniveles del camino, las piedras,
las cuestas y las zarzas. Paso a paso cambio, puesto que me enriquezco de las
vistas y del aprendizaje del terreno. Sé que si vuelvo por ese mismo camino, ya
no seré el mismo, lo miraré con más confianza, con la convicción de saber por
dónde tengo que pasar. Tendré más claves para poder salvar de mejor manera el
terreno. Y podré acompañar como guía a otras personas que necesiten mi ayuda
cuando deban recorrerlo. No andaré a tientas, sino más firme en mi travesía;
puesto que a cada avance, va amaneciendo y encuentro más claridad.
Encarno con
estas palabras mi propia búsqueda de la senda correcta, del amanecer, de la luz que alumbrara mi viaje y por tanto de liberación, de
libertad. Una libertad
que comporta una responsabilidad. Y una responsabilidad que debe transformarse
en compromiso. El paso al compromiso firme conmigo mismo y con mi entorno más cercano. Una
responsabilidad entrelazada en el plano personal y profesional. Debo ser ejemplo, dando
ejemplo. Y como decíamos no únicamente en el plano personal, sino en el mundo
profesional, que es igual de importante. Transmitir valores válidos y vigentes como la libertad,
la igualdad y la fraternidad, la tolerancia por las diferentes concepciones del
mundo y la construcción de una sociedad más justa en nuestro ámbito más
cercano, el de nuestro día a día. Infundir valores. Cambiar odios por acuerdos, extremos por entendimientos
moderados. Cambiar la rabia por el raciocinio. El dogma por el
librepensamiento.
La simpleza
del que camina sin rumbo, del que avanza sin descubrir, del que sigue el redil;
no es un camino por el que hayamos optado aquellos que hemos querido recorrer un sendero de mejora personal. Buscamos algo más, aunque ese “más” sea encontrarnos a nosotros mismos. Saber quiénes somos nos hace
poseedores de la mayor de las libertades que puede tener una persona: aceptarse
a sí mismo, conocer nuestras limitaciones, aceptar a nuestro prójimo y saber
qué nadie nos puede doblar en nuestra vida por el mero hecho de ser como somos.
Al mismo
tiempo mi libertad no me hace buscar la vida banal, puesto que a pesar de que
con ello se obtienen victorias fáciles, sí; son recompensas banas, vacías de
contenido. ¿Qué sentido tiene enfrentar libertad con libertinaje? ¿Acaso soy
libre optando por hacer mal las cosas?, ¿No hace la práctica desmesurada de mi
libertad que se pueda convertir en libertinaje; y por tanto que las malas
decisiones me afecten obligándome a ser esclavo de mis actos, comportando así una
pérdida de albedrío?
Es por ello
que creo que mi autonomía desemboca en una profunda responsabilidad, en poder
comprometerme con los demás, con mis semejantes. Tanto en mi trabajo profesional,
como en el plano personal delante de mis amigos y mi familia. Una responsabilidad y un compromiso que debe
acompañarme el resto de mi vida.
Un trayecto contínuo que me llevará a encontrar el sendero adecuado cuando llegue el albor de la madrugada. Yo lo he iniciado, haced uso de vuestra perseverancia, no os quedéis en el margen descansando. Hay mucho trecho por recorrer. Tanto, que nunca acabará. Una evolución personal infinita. Todo un camino por recorrer.
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