dilluns, 20 de maig del 2013

Cuatro obviedades

No por muy sabida, una obviedad es menos cierta. Esa es una de las máximas que muchos debieran aprender y que nosotros no debieramos olvidar. En un mundo cada vez más ilógico, donde la coherencia en ocasiones parece ausente; donde el "tweet" y el titular prevalece por delante del razonamiento y la veracidad, hoy daremos la vuelta a la tortilla y volveremos a enumerar evidencias que parece que a algunos se le olviden. Cuatro solamente. Podríamos citar mil, pero sería demasiado farragoso para todos. Empecemos:

- El aborto no es una conjura internacional para reducir la población; a pesar de que el contestano obispo de Alcalá Reig Plà así lo afirme (link) . Es más, lo que también es obvio es que el Ministro de Justicia quiere volver a épocas preconstitucionales con su nueva Ley del Aborto (link). Una decisión unilateral que afecta a la libertad de cada mujer para decidir dentro de los plazos preestablecidos por la ley. Cabe recordar porque parece que se olvida o que a algunos se lo tomen a la ligera, que el aborto es una decisión dura y que no se toma a la ligera. Que no se hace por gusto y a la carta. Que cuesta. Pero que es personal y así debe de continuar siéndolo. Pensamientos como los de varios senadores y congresistas republicanos estadounidenses tales como Mourdock o Akin justificando hasta las violaciones para evitar la regulación abortista en ese caso concreto (link), son sólo el siguiente paso. Un paso excesivamente peligroso.

- La Violencia de Género es una amenaza real, diaria y debiera considerarse terrorismo machista, a pesar que Toni Cantó, sin tener la más remota idea, ponga las cifras en duda (link). Precísamente este pasado viernes tuve la suerte de poder compartir unas horas con el ex-Delegado del Gobierno de España para Violencia de Género Miguel Lorente. En su charla demostró con datos la peligrosidad de este tipo de Violencia, que ha causado centenares de muertes en España en los últimos años (así de crudo). Muchas más que las de terrorismo, sin tener el mismo peso, ni la misma consciencia social que ésa. Volver a plantearnos y a cuestionar los datos objetivos, a condescender con los titulares de las noticias, con los actos del día a día y con afirmaciones capciosas, es darle vida a una situación que debemos erradicar.

- La política de recortes no es la solución a la crisis. De ésto no hacía falta ninguna constatación. La vivimos todos los días. La sufrimos de hecho. Nosotros mismos, familiares nuestros, amigos y conocidos. Sin seguridad en el trabajo, sin el pan asegurado y sin las perspectivas de ingresos extras; no nos atrevemos con razón a invertir más allá de las necesidades básicas. El Gobierno parece no atender a razones y parece que camina de la mano de Europa. Una unión de paises ahora subyugada por la presión de un único país como lo es Alemania, que pide sangre y exige cabezas de forma deshumanizada y desalentadora. Pero si esa constatación, la de la inutilidad de los recortes para reactivar la economía la teníamos presente todos, ahora además se demuestra gracias a un estudiante de Massachusetts (link). Si le hiciésemos caso, mejor pintaría nuestro futuro próximo.

- España es un estado aconfesional. Y por desgracia ésta es una gran obviedad puesta en tela de juicio. La nueva Ley de educación en que equipara saber de catolicismo a las matemáticas, asignándole un valor equitativo a cualquier otra materia, y además obligando su estudio; parece (porque lo es) una nueva forma de dogmatización de los más jóvenes. Añadamos la posibilidad de que cada español marque con una X su dación de renta anual, privilegio que no tienen otros colectivos; que no pagan el IBI de sus bienes inmuebles (que no de sus templos); que tampoco pagan IRPF o IVA, que no se contentan con evangelizar sus dogmas, sino que además pretenden politizar su iglesia o unos cuantos más (Concordatos,etc.). Todo ese cóctel da al traste la primera frase, que está recogida en la Constitución del 1978 en el artículo 16.3. Carta Magna que siempre recalco su necesidad de renovación. Debieramos por tanto darle efectividad a esa frase primigenia, y quien sabe si ampliarla hasta la palabra "laica", deseada por muchos, entre ellos yo mismo.