Dicen los entendidos en economía doméstica, que antes que proponerse ir de viaje, primero hay que pagar la casa. Que antes que comprarse un nuevo coche, hay que llenar la nevera. Que antes de comprarse un lujo, se deben comprar los zapatos del día a día. Esto que parece una evidencia en un ámbito estrictamente hogareño, podría ser una norma de funcionamiento en otros niveles: si no tenemos para sanidad, habría que recortar los grandes eventos; si no tenemos para dependencia, olvidaremos los aeropuertos sin aviones; si no podemos pagar la educación, recortaremos los gastos de representación supérfluos. Pero eso que debería formar parte de la deontología política básica de cualquier gobernante, se muestra como un fín casi inalcanzable.
Estos días estamos viviendo en la Generalitat Valenciana la consecuencia de años de despilfarro, de mala gestión, de previsiones caducas y de cortoplacismos que agrandaban la barriga y el ego de unos pocos. Cabe decir que el formato que se presentaba y con el que se actuaba, no daba pie a otra cosa. Y se avisaba, se predecía, se anunciaba... y no se actuaba ni se decía nada para subsanarlo. Tal vez sea culpa nuestra no explicarlo mejor, no ser la cabecilla de las reivindicaciones o cualquier otra cosa. Pero de todas formas, ya hemos visto las orejas al lobo.
En unos pocos días miles de valencianos y valencianas han salido a la calle a consecuencia de las deudas contraídas por el Consell en Educación. Un pilar fundamental sobre el que asentar nuestro futuro, el de todos. Apostar por ella, es apostar por un modelo sostenible. Apostar por entrar con un mejor pie en la lucha del día a día. Invertir en educación debiera de ser una obligación para cualquier aspirante a político.
Las deudas planteadas acarrean graves problemas en el día a día de los centros, y por tanto, en la calidad de la enseñanza. Lo que pasa hoy, tal vez no se verá mañana... pero sí que es un problema peligroso a medio-largo plazo. Me preocupa que un niño tenga frío en un aula. Me inquieta que no se puedan dar las clases porque ha llovido y la clase está inundada. Me cabrea que se priorice en ayudar a los colegios concertados y privados, excluyendo a los públicos de esas ayudas. Me angustia que el modelo que se quiere imponer sea el propio de una sociedad deshumanizada, en el que quien pueda estudiar que lo pague, combatiendo así un principio inalienable: la igualdad de condiciones y oportunidades de tod@s. Me aflige que en mi ciudad, una ciudad media de 65.000 habitantes, se deban a los centros alrededor de 600.000€ sin llegar a contar dos centros más que no han avanzado las deudas aún. Me alarma que en la Comunidad con más tasa de desempleo juvenil, no se apueste claramente por la educación, para poder darles una segunda oportunidad. Me parece despreciable que no se puedan ni comprar alimentos, a aquellos que estudian hostelería. Y por desgracia un largo etc. de preocupaciones infundadas.
Si esto ya produce desazón, parece que no es más que la punta de un iceberg, del que no tenemos referencias a consecuencia del oscurantismo con que lo lleva todo el Partido Popular en esta Comunidad. Sanidad y Dependencia son otros de los puntos negros de esta marea que nos lleva a un precipicio del que únicamente sabemos una cosa a ciencia cierta: quienes nos han metido no van a podernos sacar de allí.
Mientras tanto, continuan los desmanes de aquella economía doméstica que decíamos al principio: repetimos con la Fórmula 1; iniciamos la construcción de estatuas en culto al dios Fabra; pagamos halcones para la seguridad de aviones que no existen; reiteramos el error de Open's, Masters y demás, haciendo opulencia con el dinero de todos. Y todo eso mientras los niños pasan frío, los profesores no tienen condiciones para trabajar, y los directores viven bajo la amenaza de proveedores y perros de presa políticos.
Y cuando la situación es crítica, cuando no podemos ver más allá del día a día porque tenemos un futuro negro, cuando quienes nos tienen que sacar a flote no dan respuestas, sino más preguntas; aparece el señor Rus, alcalde de Xátiva y Presidente de la Diputación de Valencia diciendo: "Aquí no hay crisis, aquí hay ilusión, alegría (*)" . Eso amigos y amigas lectoras de este blog, a eso precisamente se le llama "La Mala Educación".
¿Formas de revertir por completo esta situación?. Cada día que pasa, cada elección que ganan los mismos que nos han metido en el ojo del huracán, cada vítore que se reciba por cualquier desmán, es una posibilidad menos de que esto se pueda solucionar de forma rápida. Participa, actúa, implícate y consigamos de nuevo la Educación que necesitamos y merecemos. Nuestro futuro, el de todos y todas, lo necesita.
*El País, 19 de enero de 2012
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